La economía boliviana debe dejar de ser un mero proveedor de recursos naturales en bruto para convertirse en una economía mixta (pública y privada) y diversificada, que satisface las necesidades de la población sin discriminación, y que a la vez produce excedentes y productos con valor agregado que son demandados en los mercados internacionales, con una ganancia neta de riqueza para el país. Los beneficios generados debieran ser distribuidos de tal manera que se reduzcan las desigualdades sociales y se fomenten las inversiones pequeñas, medianas y grandes. Las formas de propiedad deberán contemplar tanto lo individual como lo colectivo (corporativo, cooperativo y participativo).Una economía boliviana diversificada debiera ofrecer oportunidades de empleo digno y productivo en los sectores públicos y privados; en el autoempleo; en empresas familiares; y como sistemas productivos rurales diversificados. Al mismo tiempo, debiera basarse en los principios de la solidaridad y la diversidad cultural, y aportar a la seguridad financiera y la realización personal de los trabajadores hombres y mujeres y de sus familias durante todas las etapas de sus vidas.
Debido al gran número de trabajadores bolivianos/as en empleos vulnerables y precarios, es imperativo que estos hombres y mujeres no solo beneficien de una transformación económica de esa naturaleza, sino que cumplan un rol protagónico en aquella.
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